La «patria de los hispanistas» repiensa sus congresos en el desbarajuste de Arequipa

<p>Eduardo Hopkins Rodríguez, el director de la Academia Peruana de la Lengua, nombró el miércoles, en un discurso dedicado a Mario Vargas Llosa a <strong>»la nación de los hispanistas»</strong> y la frase sonó muy bien en medio del X Congreso Interncional de la Lengua Española. El CILE ha estado marcado por los conflictos personales y políticos entre sus coorganizadores españoles que han opacado el trabajo académico. García Montero y Muñoz Machado no han sido los únicos problemas del congreso. 28 años después del primer congreso de la lengua, el de Zacatecas en 1997, necesita modernizar su modelo.</p>

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 Luis García Montero y Santiago Muñoz Machado se ausentan de la clausura del Congreso Internacional de la Lengua Española, marcado por el conflicto institutcional.  

Eduardo Hopkins Rodríguez, el director de la Academia Peruana de la Lengua, nombró el miércoles, en un discurso dedicado a Mario Vargas Llosa a «la nación de los hispanistas» y la frase sonó muy bien en medio del X Congreso Interncional de la Lengua Española. El CILE ha estado marcado por los conflictos personales y políticos entre sus coorganizadores españoles que han opacado el trabajo académico. García Montero y Muñoz Machado no han sido los únicos problemas del congreso. 28 años después del primer congreso de la lengua, el de Zacatecas en 1997, necesita modernizar su modelo.

Primer problema: la colaboración entre Cervantes y RAE como socios y programadores no ha funcionado en Arequipa. Funcionó bien durante muchos años, empezó a hacer aguas en el Congreso de Córdoba en 2019 y se convirtió en un problema obvio en Cádiz, en 2023. Ha habido actos evidentemente redundantes como los homenajes a Vargas Llosa programados por el Cervantes y la RAE. Ha habido momentos de descortesía embarazosa y ha habido alineamientos. En unas cenas se culpaba a un director y en las otras se ponían atenuantes. El ministro Urtasun nombró y elogió a Luis García Montero en un encuentro con los periodistas españoles, pero no se refirió a Santiago Muñoz Machado ni a la RAE. La Asociación de Academias de la Lengua Española hizo lo mismo pero al revés en una declaración oficial. Ni Muñoz Machado ni García Montero asistieron a la clausura oficial del Congreso, este viernes.

Segundo problema: el programa cultural no ha tenido verdadero impacto en Arequipa. Junto a la Plaza de Armas ha abierto una feria del libro muy modesta y en la propia Plaza ha estado instalado un escenario en el que la Orquesta Sinfónica de Arequipa interpretaba el jueves por la noche versiones de ABBA. Hubo un taller/concierto de rapeado, un espectáculo flamenco, el pase de una documental sobre Rafael Alberti, recitales de un coro, exposiciones con fotografías de escritores, presentaciones de algunos libros, carteles con cuadros del Museo del Prado… Y todo estuvo bien, pero nada dejará una huella profunda en la ciudad. En otros ciles hemos escuchado crujir teatros y plazas por conciertos de Joaquín Sabina, Fito Páez y Carlos Vives.

Lo que lleva al tercer problema: la asistencia de público al X CILE ha sido menor que la que se vio en congresos anteriores como el de Cartagena de Indias (2007) o el de San Juan de Puerto Rico (2016), donde la fiesta del español se convirtió en algo parecido a un acto de patriotismo hispanista en el primer mandato de Donald Trump.

Punto quinto: ¿cómo sería un CILE más atractivo? En las conversaciones informales de estos días, académicos e invitados destacaron que Javier Cercas tuvo dos intervenciones que rompieron con la rutina y animaron al público. El académico estuvo gracioso y desenfadado, habló sus intervenciones más que leerlas y terminó ovacionado. En ella historia del CILE, ese tipo de intervenciones más del estilo de un festival literario que de un congreso académico, existieron y después se volvieron raros. ¿Por qué no hay más actuaciones así? El contenido académico es el núcleo de los congresos pero su éxito consistía en mezclar la erudición con el espectáculo.

Punto sexto: el lunes, Santiago Muñoz Machado repitió tres veces que las academias siguen trabajando en los ciles que vendrán. Sus colegas también debaten cómo elegir bien el lugar y el ritmo. Debaten si la frecuencia de un congreso cada tres años es excesiva y si hay que ser más exigente respecto a las infraestructuras que ofrecen los candidatos. Lo deseable, dicen, sería un congreso más concentrado en uno o dos puntos físicos, de modo que el congreso haga masa crítica. Esta semana, Asale ha considerado las ofertas de varias ciudades hispanoamericanas dispuestas a poner los cinco millones de dólares que cuesta el Congreso. La decisión, que otras veces se anunció en la ceremonia de clausura, ha quedado aplazada.

¿Algo más? Sí. Hubo una propuesta para promover un congreso de las lenguas indígenas que conviven con el español. Francisco Javier Pérez, el secretario de Asale cerró el congreso con otra frase bonita: «La lengua es de todos y a todos nos corresponde hacerla».

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