Juliette Binoche: «Vivimos en un mundo de locos, de enfermos mentales, de egos crueles, desmesurados y horribles y, por ello, es urgente reubicarnos con el arte»

<p><strong>Juliette Binoche (París, 1964)</strong> es actriz, pero, en una ocasión, bailó. Es actriz, pero, en una ocasión, dirigió. Es actriz, pero, en más de una ocasión, fue también activista. Juliette Binoche es ahora mismo más Juliette Binoche que nunca de la mano de una carrera que no admite ni definiciones ni etiquetas ni barreras. Sus últimos trabajos para la pantalla han estado firmados por directores como Uberto Pasolini, Tran Anh Hung o Claire Denis. Y así ha recorrido festivales en todo el mundo hasta protagonizar no hace tanto el cartel del certamen francés de Cannes de la mano de la fotógrafa Brigitte Lacombe. Ahora, en San Sebastián, se presenta renovada. La actriz de siempre, la actriz desde <i>Yo te saludo, María </i>(Jean-Luc Godard, 1984), es también la bailarina junto al coreógrafo británico <strong>Akram Khan</strong> del espectáculo <i>In-I </i>que en 2007 recorrió el mundo y que, ahora, en la película que ella misma dirige y que atiende al nombre de <i>In-I In Motion,</i> desvela el largo, tortuoso, divertido y fascinante, todo a la vez, proceso de creación. Y es el Festival de San Sebastián el que lo descubre al mundo desde el tentativo y torpe primer paso hasta el deslumbrante espectáculo final, desde Juliette hasta Binoche.</p>

Seguir leyendo

 La actriz estrena en San Sebastián ‘In-I In Motion’, el documental en el que debuta como directora y que repasa el proceso de creación junto al coreógrafo Akram Khan del espectáculo de danza de 2007 que recorrió el mundo  

Juliette Binoche (París, 1964) es actriz, pero, en una ocasión, bailó. Es actriz, pero, en una ocasión, dirigió. Es actriz, pero, en más de una ocasión, fue también activista. Juliette Binoche es ahora mismo más Juliette Binoche que nunca de la mano de una carrera que no admite ni definiciones ni etiquetas ni barreras. Sus últimos trabajos para la pantalla han estado firmados por directores como Uberto Pasolini, Tran Anh Hung o Claire Denis. Y así ha recorrido festivales en todo el mundo hasta protagonizar no hace tanto el cartel del certamen francés de Cannes de la mano de la fotógrafa Brigitte Lacombe. Ahora, en San Sebastián, se presenta renovada. La actriz de siempre, la actriz desde Yo te saludo, María (Jean-Luc Godard, 1984), es también la bailarina junto al coreógrafo británico Akram Khan del espectáculo In-I que en 2007 recorrió el mundo y que, ahora, en la película que ella misma dirige y que atiende al nombre de In-I In Motion, desvela el largo, tortuoso, divertido y fascinante, todo a la vez, proceso de creación. Y es el Festival de San Sebastián el que lo descubre al mundo desde el tentativo y torpe primer paso hasta el deslumbrante espectáculo final, desde Juliette hasta Binoche.

La primera pregunta es obligada. ¿Por qué? ¿De dónde surge la necesidad o inquietud de pasar al otro lado de la cámara?
Prefiero pensar que voy donde la vida me lleva. No decido nunca de antemano lo que voy a hacer. La vida es más misteriosa y sorprendente que eso. No soy funcionaria, sino actriz. Es más, ¿quién ha dicho que vaya a ser actriz el resto mi vida? No lo sé; todo es posible. Mientras hacía el espectáculo, en más de una ocasión pensé en hacer una película. Dio la casualidad, en Nueva York, de que Robert Redford estaba entre el público, vio la función y me insistió en que tenía que filmarlo. Le dije que sí, que lo estaba pensando. Y era verdad, pero no tenía ni idea de cómo hacerlo. Nos quedaba un mes de funciones. Regresábamos a París y fue entonces cuando le pedí a mi hermana que filmara las últimas siete funciones. Hicimos 100 en total y giramos por todas partes. Luego guardé esas cintas en un cajón. Las cintas permanecieron ahí durante 15 años. Hace dos, un productor quiso conocerme y me preguntó si tenía algún proyecto. Le contesté que lo único que tenía era una serie de grabaciones que, en verdad, no sabía lo que tenían. No las había vuelto a ver.
Pero en la película, la parte más sorprendente es todo lo que se refiere a la creación misma, a los ensayos.
Sí, eso también lo teníamos, pero como material mismo de trabajo. En total puedo calcular que disponía de 170 horas de rock and roll. Así, que le dije al productor que bastaría con comprar un equipo de edición y contratar a un montador. Eso sí, trabajaríamos en mi casa. Y eso hice durante dos años.
La película acaba por ser una obra sobre el proceso mismo de creación. ¿Cuánto difiere crear en una disciplina que le puede resultar ajena como la danza y crear en el cine ?
Crear como actriz, como bailarina o como meteoróloga es siempre crear. Es un proceso de escucha que debe compartirse. Es siempre un trabajo de hacer concesiones a la vez que eres capaz de expresar tus deseos con la suficiente claridad para que se te entienda, se te escuche, se te acepte… En eso consiste experimentar. En realidad, todo en la vida consiste en probar. Probar y ver si funciona. Yo no me considero una bailarina en absoluto. Mi cuerpo es bastante pesado y no está hecho para bailar. Así que el entrenamiento durante seis meses, que fue lo que duró todo, fue muy duro. Obligué a mi cuerpo a cambiar para poder expresar lo que sentía. Pasé por muchos estados de frustración, por momentos en los que todo era confuso, que todo era inútil.
¿Llegó en algún momento a sentirse una bailarina de verdad?
Sí, llega un momento en el que disfrutas improvisando porque te sientes libre y muy creativa. Tanto Susan Batson (coach actoral) como Akram Khan tenían claro, y así me lo dijeron, que es al decidir los movimientos y en los ensayos cuando empieza a surgir algo de verdad. Es entonces cuando alcanzas a entender la realidad tan dura de una disciplina como bailar. Pero no se trata solo de repetir. Se trata de cuestionarse a uno mismo. Son 10.000 preguntas las que te haces y que compartes con tensión, con carcajadas… A veces crees que tocas el cielo y otras, te desesperas.
¿Y pensó en renunciar? ¿Cuál fue el momento más difícil?
No sabría decir. Hubo muchos momentos complicados. Lo que sí puedo decir es que cada vez que salía a actuar temblaba de miedo. Sentía que iba a morir cada noche. La intensidad física estaba a la altura de la intensidad emocional. Eso hacía que cada actuación para mí fuera un Everest. Lo contradictorio era que todo parecía una montaña enorme cuando, en verdad, era más un descenso a lo más profundo.
¿Cuánto de su propia vida hay en el espectáculo?
Todo está vinculado tanto a mi experiencia vital como a la de Akram. Él fue atacado en una mezquita. Y yo me enamoré de un chico de 14 años al que apenas conocía y deseé vivir con él. Eso me pasó. Y fui atracada y estrangulada… Todo eso me pasó.
Juliette Binoche y Akram Khan en un momento de In-I In Motion.
Juliette Binoche y Akram Khan en un momento de In-I In Motion.
¿De que diría que trata la película? ¿De la creación, del descubrimiento del amor…?
De la esperanza, de la esperanza en el arte, de la posibilidad de hacer algo nuevo.
En un mundo como el que nos ha tocado, hablar de esperanza parece más una provocación.
Ahora más que nunca es necesario clamar y reivindicar la esperanza. Y más aún que la esperanza, la verdad. Solo si somos sinceros con los demás y con nosotros mismos, podemos alcanzar la esperanza. Estamos inmersos en un mundo de mentiras y solo a través del arte es posible alcanzar algo de verdad. Y por eso seguimos haciendo películas e intentando crear cosas nuevas, cosas de verdad.
Me viene a la memoria cuando se involucró a favor de las mujeres iraníes… ¿Son esas la verdad y la esperanza de las que habla?
Sin duda, los artistas podemos hacer algo cuando a un hombre o a una mujer se les arrebata la libertad o la dignidad. Es bueno comprometerse con las causas que consideras justas. Pero la presión es enorme. Cada vez veo menos artistas comprometidos porque el nivel de violencia es enorme. Se nos critica tanto si defendemos lo que creemos justo como si no hacemos nada. Se nos critica por hablar y también por callarnos.
Ha trabajado con directores que van de Godard a Haneke pasando por Leos Carax o Isabel Coixet. ¿Qué ha aprendido de ellos que le haya ayudado a la hora de confeccionar esta película?
Bueno, al ser un documental el trabajo es distinto. Pero en la sala de edición buscas un equilibrio, un camino interior que sí es común a muchos de los grandes cineastas con los que he trabajado como actriz. Lo importante es ser honesta y no traicionarte a ti misma. Para mí fue fundamental transmitir la idea de que es necesario intentar alcanzar lo imposible. Vivimos en un mundo de locos, de enfermos mentales, de egos crueles, desmesurados y horribles y, por ello, es urgente reubicarnos, encontrar ese equilibrio gracias al arte. La esperanza de la creación.

 Cultura

Te puede interesar