Cecilia Roth: «Trump y Milei se creen Superman y sólo son señores inseguros que viven de los misóginos»

<p><strong>Cecilia Roth</strong> (Buenos Aires, 1956) ya no tiene casa en Madrid, así que quedamos en el lujoso hotel en que se hospeda. Es el escenario adecuado para la diva que es aunque ni quiera ni le guste ni se comporte como tal. Ha venido una semana a la que tanto tiempo fue su ciudad para promocionar <strong>‘Furia’</strong>, la serie que estrena en HBO Max el 11 de julio.</p>

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 Alcanzada la categoría de leyenda viva, no hay tema que le asuste. «Lo de Gaza es un genocidio absoluto. Soy judía y en mi nombre, no», clama  

Cecilia Roth (Buenos Aires, 1956) ya no tiene casa en Madrid, así que quedamos en el lujoso hotel en que se hospeda. Es el escenario adecuado para la diva que es aunque ni quiera ni le guste ni se comporte como tal. Ha venido una semana a la que tanto tiempo fue su ciudad para promocionar ‘Furia’, la serie que estrena en HBO Max el 11 de julio.

Pide un zumo, bromea con mi cerveza sin alcohol y convierte un protocolario «¿cómo estás?» en una pregunta de verdad: «Ayer me hicieron una pregunta que parece lo mismo, pero no lo es. Me preguntaron cómo soy. Esa no sé responderla, pero la tuya sí. Estoy contenta. Con estar en Madrid, con la serie y con mis circunstancias. Me hace mucho bien esta ciudad. Vengo mucho y siempre me parece poco».

La serie, sobre cinco mujeres al límite, es una comedia, pero te congela la sonrisa.
Es muy incómoda porque es la vida misma, porque es la pura esencia de este momento en qué vivimos.
¿En qué sentido?
La furia se comparte en respuesta a una situación global más allá de las circunstancias personales de cada uno de los personajes. Nunca antes se llegaba a estados de furia tan grandes como ahora, creo. El mundo está más cabreado que nunca, cercano al odio. El odio se ha convertido en un sentimiento habitual y eso es terrible. Nunca antes nos había visto así.
Y mira que has visto cosas porque llegaste a España, en 1977, escapando de la dictadura militar.
Sí, y aun así el nivel de cabreo general que hay ahora no lo entiendo La gente odia de una manera consciente y lo muestra. Lo exhibe como si fuera un orgullo, como si fuera algo bueno despreciar, insultar&mldr; La derecha está de moda, la extrema derecha incluso. La rebeldía de la juventud ahora es de derechas. No toda, por suerte, pero sí una mayoría sobre todo entre los hombres jóvenes. La mayoría de los ultras son varones de entre 15 y 28 años y eso tiene que ver mucho con no saber relacionarse con las mujeres. El movimiento feminista ha descolocado al patriarcado cultural heredado por estos niños y tienen una misoginia que no ha existido nunca a tal nivel ni tan abiertamente manifestada. De esos misóginos viven líderes que se creen Superman y sólo son señores inseguros como Trump o Milei.
Tuviste hace poco una confrontación con Milei. Denunciaste que había censura en Argentina y él respondió que eras una «fracasada».
Argentina ahora mismo es un mal experimento y Milei encuentra mucha gente con la que confrontar, todos los que no pensamos como él. Todos y todas. Sobre todo, todas. No le agradan mucho las mujeres. Conmigo estuvo bastante más suave que con otra gente. Me llamó fracasada y, por suerte, no me enganché, pero me resulta insólito que un presidente esté insultando a ciudadanos constantemente.
Tu personaje en ‘Furia’ es una actriz del destape. Empezaste a trabajar en España en esa época.
Sí, llegué cuando empezaban las películas de María José Cantudo, Susana Estrada, Barbara Rey… Me acuerdo muchísimo de aquello porque me sorprendió. En todas las portadas de revistas estaban las chicas en pelotas. España estaba descubriendo las tetas como si Franco las hubiera tapado para siempre y las mujeres no las hubieran tenido nunca.
¿Tuviste ofertas para hacer ese tipo de pelis?
Sí, pero fui por otro lado. Hice ‘Pepe, no me des tormento’ y hay un momento en la película en que salgo desnuda con la bandera yankee pintada en el culo. Era una especie de parodia de ese tipo de películas, pero aún siendo una burla, algo me sacude cuando veo esa escena. Recuerdo que cumplí 23 años durante el rodaje y que vino mi novio a verme y no se podía creer aquello de la bandera pintada en el culo. A mí no me molestaba nada desnudarme, pero había una cultura de cosificación muy bestia. Daba igual que fuera o no necesario el desnudo, se nos exigía. Y no sólo en las películas.
¿A qué te refieres?
Mi representante de entonces, y era una mujer, me dijo que tenía que hacerme fotos desnuda.
¿Para una revista?
No, no. Para mandárselas a los directores y los productores. Tuve que decir que sí y recuerdo que me las hice con una braguita de algodón que llevaba en la maleta, nada de encaje, y una horquilla en el pelo. Parecía una niña. La verdad que eso sí me dio mucha vergüenza porque ahí, claramente, el cine no tenía nada que ver, era un catálogo de desnudos. Además, yo no iba por ahí, no hubiera hecho una película de ese tipo en la cual la mujer no tenía más participación que estar desnuda para ser burlada. Me he desnudado en montones de películas, pero no tenía que ver con eso. ¿Sabes la diferencia? Que en películas como ‘Arrebato’, el hombre, Eusebio [Poncela] en ese caso, también estaba desnudo. Eso lo cambia absolutamente todo.
Desde ciertos sectores, incluidos bastantes artistas que vivieron aquella época, hay una idealización de los años 80 como un tiempo más libre. ¿Era así?
¿Quién dice eso? ¿Calamaro, que es de VOX? A ver, aquí hay dos cosas. Lo primero, y eso es evidente, es que no había más libertades ni era un mundo mejor para las mujeres, para los gays, para ninguna minoría. Luego está a lo que ellos se refieren, que ya no pueden hacer determinadas bromas porque la gente se ofende. Reconozco que a mí a veces también se me hace raro no poder decir ciertas cosas, porque es una manera de represión, y por supuesto que la cancelación existe y es horrible. No puede ser que te metan en la cárcel de por vida por un comentario desafortunado, pero también está bien entender que un comentario que antes veíamos normal es ofensivo y podemos aprender, evolucionar y no ofender sin necesidad al resto. Eso es crecimiento desde una época que no era más libre y en la que todo el conocimiento era patriarcal.
Cecilia Roth posa para la entrevista en la habitación de su hotel en Madrid.
Sergio González Valero
¿Eso ha cambiado?
No, lo sigue siendo. Escuchas una letra de reguetón y es impresionante, se te cae el alma a los pies, y la cantan tíos y tías. Algunas cosas, en este tiempo que parece más libre, sí se han empequeñecido y la música es una.
De Zulueta y Almodóvar a Los Javis, ¿cómo has logrado estar siempre donde hay que estar?
Yo creo que no es donde hay que estar, sencillamente es donde he estado. Ha coincidido que, como les pasa a Los Javis y a Pedro o le pasaba a Iván, tengo una porosidad en relación a lo que sucede en el mundo, soy muy curiosa y me interesan muchas cosas. No me creo especial por ello, le pasa a mucha gente, pero eso me ha hecho estar conectada a lo que va surgiendo. Es bueno crecer sin envejecer, sin los prejuicios que significan a veces los años y sin quedarse con que en tu época las cosas eran mejores. Está muy bueno crecer y cambiar, replantearse lo que fuiste en un momento y ya no eres. ¿Por qué ya no lo eres? ¿Por qué eres otra cosa siendo la misma? Yo creo que hay muchas muertes en la vida, que uno muere muchas veces y nace muchas veces, y que esa muchacha de la que hablamos antes fui yo, pero ya no lo soy.
¿Qué es en lo que más has cambiado?
Sobre todo, en mis relaciones, en los vínculos con hombres. Era muchísimo más sometida, sin duda. Mucho más sometida en el sentido de no querer perderlos. Como si no pudieras existir sin un hombre al lado. Eso es totalmente machista y ya no me pasa. La soledad en la mujer no está bien vista.
Llevas unos años viviendo sola por primera vez en tu vida.
Sí, y nunca he sido tan feliz. No es la soledad, es poder estar contigo misma y no tener que hacer lo que no quieres hacer. Comer a la misma hora que otra persona, tener ganas de dormir a la misma hora, discutir porque yo quiero pollo y tu pescado&mldr; Más que soledad, la palabra es intimidad. Nunca había tenido esta intimidad conmigo misma y me encanta. Me he redescubierto a mí misma. Y eso no quiere decir no estar en una relación amorosa, sólo que luego cada uno a su casa. Para mí ya es el único estado posible. La relación, la vida cotidiana conviviendo con otra persona amorosa, a mí me erosiona y ha acabado con mis relaciones siempre porque pierdes el enigma de la otra persona.
¿Qué has descubierto sobre ti misma?
Ahora que lo he descubierto, a ti te lo voy a contar [risas]. He descubierto el enorme disfrute que es la intimidad y el error de cómo he vivido mis relaciones con los hombres. El miedo a separarme sabiendo que no estaba bien con ellos. ¿Y si me quedo sola? ¿Y si luego me enamoro? Había una cosa cultural obvia: las mujeres tienen que casarse, tener un hijo, bla, bla, bla, bla, bla, bla. Y eso yo que he tenido la suerte de crecer en un entorno muy favorable. Mis padres son y han sido muy inteligentes y muy interesados por lo que iba pasando en la sociedad, por la felicidad de sus hijos y por cómo se diferenciaba de la de ellos, preguntándose a sí mismos qué hubiera sido de ellos si hubieran vivido como Ariel y yo decidimos hacerlo.
Vuestra madre, Dina Gutkin, era cantante y vuestro padre, Abrasha Rotenberg, es escritor.
Sí, tiene 99 años y es un ser brillante. Hablar con él es una enseñanza siempre. Es un tío muy curioso, muy interesado por la vida y por la gente joven. Me ha enseñado muchísimo siendo hombre y creo que es un feminista total, mucho más que mi madre. Siempre me ha explicado que estar contigo es no estar sola, aunque tardé en escucharle. El problema es cuando te niegas a ver lo que eres, pero cuando estás contigo, te diviertes y sabes las diez cosas que tienes que cambiar porque son tóxicas, sola se está muy bien.
Tu padre es un judío ucraniano que huyó de niño de la URSS de Stalin.
Sí, somos judíos no religiosos.
¿Y cómo vives lo que está sucediendo en Gaza?
Eso no tiene que ver con el judaísmo, tiene que ver con la humanidad a lo largo de la historia. Para mí, es un genocidio absolutamente. Milei, Trump y tantos belicistas que tenemos, lamentablemente, en puestos de enorme poder están poniendo en peligro el mundo, literalmente. Gaza es una vergüenza humanitaria y, además del dolor y de la locura, me impresiona mucho la justificación de lo que está haciendo Israel que se da desde ciertos sectores. Me duele muchísimo. Soy judía y en mi nombre, no.

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