<p>La etapa acabó a ocho kilómetros de la llegada. Se eliminó, pues, el puerto final, en cuya prometedora cumbre acababa el día. Otra vez los manifestantes pro Palestina convirtieron la Vuelta en un foro político, si es que el terrorismo es política y no pura barbarie. <strong>Esta Vuelta ya está marcada para siempre por esta serie de incidentes que dañan su imagen</strong> y la del país que la organiza.</p>
Las protestas de los manifestantes pro Palestina estresaron otra jornada. Javier Romo abandonó por los daños provocados por la caída del domingo
La etapa acabó a ocho kilómetros de la llegada. Se eliminó, pues, el puerto final, en cuya prometedora cumbre acababa el día. Otra vez los manifestantes pro Palestina convirtieron la Vuelta en un foro político, si es que el terrorismo es política y no pura barbarie. Esta Vuelta ya está marcada para siempre por esta serie de incidentes que dañan su imagen y la del país que la organiza.
Como hay que decir alguna cosa relacionada con el deporte, constataremos que ganó Egan Bernal (Ineos), por delante de Mikel Landa (Soudal Quick-Step), que había roto en el primer puerto del recorrido, el de San Antoñino (3ª), una escapada de 17 hombres formada por ellos dos, más Soler, Cepeda, Pickering,Vermaerke, Stewart, Molard, Jungels, Rolland, Guernalec, Rouland, Quinn, Bagioli, Braz, Denz y Vansevenant. El pelotón ya se había desentendido desde un principio del asunto.
Antes de todo ello, Javi Romo, que se fue al suelo anteayer cuando un individuo con una bandera palestina se inmiscuyó en la carrera, descomponiéndola, había sido la primera víctima directa del activismo antisemita. Maltrecho física y psicológicamente, tomó la salida, pero se bajó pronto de la bicicleta.
Etapa echada a perder, viciada, envilecida a su pesar por quienes tienen derecho a protestar si les da la real gana, pero no entorpeciendo, paralizando, amenazando un evento deportivo, poniendo en peligro a sus protagonistas y poniendo todo manga por hombro. Etapa, por otra parte, convertida en paréntesis con o sin activistas, porque los ilustres de la prueba ya habían decidido desde el hotel que no era día para andar a la gresca, en vísperas del Morredero.
Primera etapa de la última semana. Todos están cansados, pero sólo cada cual sabe hasta qué punto y con relación a los demás. Vingegaard está cansado, pero no sabe si más o menos que Almeida, que tampoco sabe cuánto le pesan las piernas a Vingegaard. Uno y otro confiesan su fatiga. Es raro. No se airea la debilidad para incentivar al contrincante. En todo caso, se finge la fortaleza para asustarlo. Quizás los dos juegan al despiste. Guerra psicológica. Los demás cansancios, secundarios, pero importantes, entran en la ruleta del podio y el Top-10: Pidcock, Hindley, Gall…
La aproximación a Madrid aumenta las posibilidades de incidentes extremos de consecuencias imprevisibles. Esta Vuelta no pertenece por completo al ciclismo y los ciclistas. Unas fuerzas ajenas la han desvirtuado.
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