Vuelve Miguel Bosé: «Se han ensañado conmigo pero todo se olvida, todo cambia, todo desaparece»

<p class=»ue-c-article__paragraph»>Admitámoslo desde el principio. No es fácil entrevistar a Miguel Bosé. Probablemente nunca ha sido fácil sentarse delante de un personaje tan irresistible y áspero a partes iguales. Tan profundamente insólito. Tan divo, tan genial, tan inteligente y tan espeluznantemente atractivo. Tan castigado y a la vez tan feroz. Con esa mirada brillante o profundamente oscura, según se mire. <strong>Miguel Bosé</strong> -confiesa él- es a ratos Miguel y a veces Bosé. Y uno charla con los dos con el canguelo de quien espera abatido un huracán.</p>

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 Tras ocho años alejado de los escenarios, casi sin voz y caricaturizado por sus mensajes durante la pandemia, el cantante regresa de gira por España: «Puedo sacar una canción, cocinar un risotto a la milanesa o irme a Acapulco, pero no volveré a grabar un disco», asegura  

Admitámoslo desde el principio. No es fácil entrevistar a Miguel Bosé. Probablemente nunca ha sido fácil sentarse delante de un personaje tan irresistible y áspero a partes iguales. Tan profundamente insólito. Tan divo, tan genial, tan inteligente y tan espeluznantemente atractivo. Tan castigado y a la vez tan feroz. Con esa mirada brillante o profundamente oscura, según se mire. Miguel Bosé -confiesa él- es a ratos Miguel y a veces Bosé. Y uno charla con los dos con el canguelo de quien espera abatido un huracán.

-¿Con quién se lleva mejor, con Miguel o con Bosé?

-¿Yo? Con los dos… No me queda otra.

De Miguel, y de Bosé también, se ha dicho de todo a lo largo de 69 años de una vida fascinante. Se le llamó maricón, drogadicto y sidoso. Tal cual. Se le mató 800 veces y otras 800 resucitó. Bosé -decía hace un par de años el cartel promocional de su documental Bosé renacido– es un monstruo. Prepotente, moderno, chulo, soberbio y radicalmente libre. Es el entrañable Miguelito. El hijo del Capitán Trueno. Un animal y un malcriado. Controvertido e incomprendido. Miguel Bosé, aún corea medio planeta, es un loco chiflado.

Seguro que Bosé nunca fue fácil, pero de un tiempo a esta parte, admitámoslo también, la cosa se ha complicado un poco. Sus arengas antivacunas durante la pandemia del coronavirus retransmitidas online con las pintas de Don Quijote y la voz abisal de un villano de película y su discurso virulento contra el sistema, sea esto lo que sea, deformaron su imagen hasta convertirlo en un meme.

Y de repente casi se nos olvida que Miguel Bosé era (es) una megaestrella de la música.

Vídeo: Daniel Izeddin

«Algunos creyeron que iban a poder deshacer un personaje, deshacer una carrera, deshacer no sé qué…», nos dirá dentro de un rato estirando las es de cada deshaceeeeeeeer como si fuera Dalí. Pero eso será, sí, dentro de un rato.

Después de ocho años alejado de los escenarios, vociferando sin voz, Luis Miguel González Bosé (Ciudad de Panamá, 1956) vuelve a cantar en directo. Anuncia una gira que arrancó en febrero en México, su país de residencia, y que recorrerá España a partir de junio. La ha llamado Importante Tour. Bosé vuelve a estar de promoción. Vuelve a dar entrevistas. Y sólo quiere hablar de música… Deséenos suerte.

Empecemos por lo importante… ¿Por qué ‘Importante’?
Porque esto es lo más importante que va a suceder en mi vida. Yo jamás en toda mi carrera he estado más de seis meses fuera del escenario y ahora han pasado ocho años. Yo llevo la gira en vena, como los caballos de carreras, y volver después de tanto tiempo era lo más importante a nivel profesional.
¿Qué ha dejado de ser importante durante ese tiempo?
Hay cosas que llegan y desaparecen, que se caen. Cosas que se pulverizan, que ves de otra manera, que dejan de tener importancia. Cuando escribí El hijo del Capitán Trueno, mi autobiografía, conté cosas que nunca podía haber contado antes porque entonces me parecían demasiado sagradas. A veces crees que es importante conservar el misterio, pero luego te das cuenta de que no tanto. Por supuesto, hay cosas no se podrán contar nunca.
¿Todavía quedan cosas por contar de Miguel Bosé?
Miguel Bosé es público. De Miguel Bosé se sabe todo. Está la música, los escenarios, las películas, las entrevistas… De lo que tiene que ver con mi carrera se sabe todo y está todo dicho y documentado. Pero de la parte de Miguel, no. Por muchos libros que se escriban y documentales que se hagan.

Perdonen un inciso. La primera parte de esta entrevista tiene lugar en la lujosa habitación de un hotel en el centro de Madrid, a espaldas de la sede del PP en la calle Génova. Miguel llega puntual, un rato antes incluso de la hora prevista. Aparece acompañado de su equipo de prensa y su maquillador. También de Rosa Lagarrigue, promotora de su gira y amiga desde los tiempos del Liceo Francés, y Marisa González de la Vega, productora del nuevo espectáculo.

Decimos «la primera parte» porque la entrevista acaba más abruptamente de lo esperado pasados 40 minutos de la hora y pico prometida. Miguel se enfada un poco, lo justo, cuando dejamos de hablar de música. Después sonreirá encantado para el fotógrafo y concederá 10 minutos más de charla en un pasillo del hotel.

Pero bueno, esto también pasará dentro de un rato. Seguimos.

¿Cómo han sido estos ocho años? No sé si estar tanto tiempo alejado de los escenarios le ha hecho relativizar algunas cosas.
De todo lo malo que me ha pasado en este tiempo yo culpo a Bosé. Se lo dije: ‘Tú tienes la culpa. Por ser quién eres, me has acarreado toda esta serie de problemas personales y públicos’. Luego, como un Lego, lo deconstruí y lo esparcí por el suelo. Hace ocho que empecé esta deconstrucción de Bosé, lo desmonté y lo dejé ahí para dedicarme a otras cosas.
¿Y qué Bosé hay ahora?
Este que veis ahora y el que verás en la gira.
¿En qué se diferencia del de antes?
Es imposible explicarlo, lo tienes que ver tú. ¿Cómo el color azul te puede contar cómo es el azul? Espérate un poquito, que ya llega la gira y verás a un Bosé que se presenta con un material que es la banda sonora de millones de personas, con cosas que ya no me pertenecen. Verás su actitud y entenderás muchas cosas que yo no te puedo explicar.
¿Es una deconstrucción puramente profesional?
Personal y profesional. Una cosa está ligada a la otra. Yo siempre hablo de una dicotomía, una escisión entre Bosé y Miguel. Cuando Bosé se sube al escenario, no hay nada de Miguel, nada. Es un personaje y tiene unas capacidades, unas dotes creativas. Ve la música y la entiende de una determinada manera, escribe historias y las ejecuta con una visión muy personal. Pero ése no es Miguel. Bosé paga las facturas, pero Miguel es otro, tiene un perfil muy bajo. Miguel es un tipo que probablemente pasa por delante de ti y ni lo reconozcas. No vibra en las frecuencias en las que vibra Bosé porque él es el que tiene los pies en la tierra.
¿Está nervioso antes de volver a los escenarios?
Antes del primer concierto de esta gira, que fue en Querétaro, pensaba que me iba a morir de nervios, pero no. Había más curiosidad que nervios. Es verdad que habíamos hecho muchos ensayos, lo teníamos todo muy integrado, porque no quería que nada fuese improvisado o que hubiese dudas. Al tercer o cuarto concierto ya volvieron aquellas cosas que uno recuerda que solían pasar antes de todos y cada uno de los conciertos.
¿Tiene todavía la música en directo el efecto catártico de las primeras veces?
Los escenarios son terapia. Tú te subes con 40 de fiebre y te bajas sin fiebre. Te subes con problemas personales o dudas varias y cuando te has bajado, se te han olvidado. La solución que buscas de repente se da. El proceso del escenario es un filtro. Respiras, respiras mucho, respiras hondo. La respiración es vida y aplaca las ansiedades, los miedos, los temores, las dudas. Todo lo calma, lo pone en una dimensión mucho más llevadera y mucho más aceptable.
La mañana después de su primera actuación, en el Florida Park en 1977, usted dijo que amaneció siendo otra persona…
Es que eso era literal. Antes de cantar era Miguelito y al día siguiente era Miguel. Me transformé en Miguel Bosé en media hora.
¿Se reconoce en aquel primer Bosé?
Nooooo. Aquel era un chaval muy puro.
¿Y lo echa de menos?
No. Creo que tuvo su momento, que ése fue el primer peldaño del escalón para llegar a ser lo que soy. Se lo agradezco, pero ni querría volver atrás ni lo echo de menos. Si apareciera no sabría qué hacer con él.
¿Alguna vez se imaginó con casi 70 años subido a un escenario?
Yo puedo imaginarme en un escenario con 90.
¿Qué le sigue aportando la música?
Es mi vida. Yo solo tengo un patrimonio, que es el de las ideas. La savia creativa es como la de un árbol, va por el tronco y de repente se desvía hacia aquí, que es la música, o hacia allí, que es la pintura, o hacia la literatura o la fotografía… Yo puedo desarrollar lo que sea, porque tengo capacidad creativa hasta decir basta en cualquier campo. Fuera de eso no sé para qué sirvo.
¿No tiene ganas de jubilarse?
¿Yo? ¿Para qué?
¿Para descansar?
Pero si yo descanso mucho.
Antes me hablaba de sus canciones como la banda sonora de nuestras vidas. ¿Cómo se lleva con sus grandes éxitos?
Muy bien. Son mis hijos.
¿No se cansa de cantar ‘Amante bandido’?
Si yo no canto Bandido, me incendian. Directamente. Recuerdo haber ido a ver a Bob Dylan a Cap Roig y, aparte de que no le entendí una sola palabra, llegó, se puso el piano y no dijo ni buenas noches. A la persona que venía conmigo le dije: «Espero que al menos cante Blowing in the wind«. Y me dijo: «Ya la ha cantado». Yo no había reconocido ni un acorde, no oí una palabra. ¿Para qué coño se sube ahí así, amargado? Esa gente lo que tiene que hacer es quedarse en su casa. Salir a un escenario para molestar no me parece muy aconsejable. Se sale a un escenario para gozar y para mostrar complicidad y agradecimiento a toda la gente que ha hecho posible tu carrera y que ha hecho grandes tus canciones.
¿Cuál es su canción favorita de Bosé?
No tengo ninguna. Pufff. Habré hecho 400 o 450. Pero incluso las menos conocidas o las más ocultas y perdidas en el tiempo, las amo muchísimo. Todas tienen su porqué, su momento.
¿Hay alguna que le cuente especialmente bien a usted?
El hijo del Capitán Trueno. Es mi vida.

Hagamos otra pausa. La letra de la canción dice: «El hijo del Capitán Trueno tenía fama y mucha pinta de raro, y a todo el mundo le hizo ver que eso no era malo«. Pero también llegaremos a esto…

«Los escenarios son terapia. Subes con 40 de fiebre y bajas sin fiebre. Subes con problemas personales y cuando te has bajado, se te han olvidado»

¿Han envejecido bien sus éxitos?
Sí. Cuando yo hice Papito y rehíce los arreglos, mis canciones volvieron a ser éxitos para una generación que no las conocía. Yo necesito renovarme siempre, pero sin deformar la canción hasta que sea irreconocible.
¿Se ve haciendo reguetón?
Ya he hecho. Con Rauw Alejandro, que es un tipazo. La música urbana es lo que manda y es un estilo fantástico con grandísimos músicos y grandísimos escritores, como los ha habido en el pop o en el rock.
¿No es usted entonces de esos que desprecia la música actual?
Ni hablar. Entiendo que el reguetón tiene un tempo que a muchos les puede llegar a cansar. Pero zapea, tío, en vez de quejarte. Cambia de canal y déjales que hagan lo que ellos quieren hacer, lo que tanto aman. No hacen daño a nadie y gustan a mucha gente.
¿Sigue componiendo?
Sí. Pero disco no voy a hacer nunca más. Sacaré canciones sueltas. Si hago un nuevo disco, ¿dónde lo vendo?
¿En Spotify?
Sí, claro. ¿A cambio de qué? Spotify se ha cargado la música. Sacaré alguna canción suelta… Quién sabe… Algún dueto… Quién sabe… Cocinaré un risotto a la milanesa… Quién sabe… Me iré de vacaciones a Acapulco… Quién sabe… Todo es posible. Pero un álbum, ya te digo yo que no.
¿No escucha música en Spotify?
No tengo Spotify.
¿Y qué música escucha ahora mismo?
Sólo ópera y música clásica.
¿Por qué?
Porque me da la gana. ¿Puedo o no? Yo tuve la suerte de nacer en un momento en el que la industria musical era una belleza porque había tiempo, había medios y había equipos para desarrollar artistas. Tengo la suerte de que mi carrera está hecha, así que lo que venga extra será por capricho o por necesidad, pero no por obligación. Además, la mayoría de mi público todavía está con un aparato que se llama reproductor de CD y tiene el culto al objeto físico. Descargarse una canción es vapor.
¿Durante estos ocho años llegó a pensar en algún momento que no volvería a subir a un escenario?
Imposible no es una palabra de mi vocabulario. Sabía que iba a llegar el día en el que habría un regreso y todo se iba a arreglar, que la voz se iba arreglar, que mis problemas de espalda tan terribles se iban a solucionar. Ha sido tremendo… Que la pandemia de mierda iba a pasar. Que cualquier controversia que tuve en estos años iba a desaparecer. ¿Por qué? Porque yo me alío con el tiempo, que todo lo pone en su lugar, todo lo encaja, todo lo cura, a todo le da un sentido. He esperado mientras decidía hacia dónde me redirigía y cómo me reinventaba. Hay muchas cosas por hacer. Para mí nunca se acaba el mundo. Soy muy tenaz, muy tenaz.
¿Qué tal está su voz?
Perfecta.
Se ha especulado mucho con las causas de su afonía estos años. ¿Cuál fue la causa real?
Muchas. Infecciones, carencias, malformaciones, enfermedades… Había mucho dolor. Todo es tiempo y no parar de trabajar.
El director de cine Alejandro González Iñárritu dice en ‘Bosé renacido’ que la pérdida de su voz fue una especie de mensaje que le mandaba su propia existencia. Que algo le dijo a Bosé: «Cállate y empieza a hablarte a ti mismo». ¿Qué se ha dicho a usted mismo durante estos años?
Ahora que tengo que volver a hacer promoción, no sabes cuánto me cuesta. Yo estaba tan a gusto callado, tan feliz…
A ver, muy callado tampoco ha estado…
Hubo un momento en el que no me salía la voz. No podía respirar. Era un horror, pero me he dedicado a escuchar. Y escuchando, escuchando, no sabes cuántas cosas he descubierto.
¿Qué ha descubierto?
No te lo voy a contar porque si no, se va a saber. Cuando tú no hablas, desapareces y entonces se dicen cosas y se habla de cosas que si hablas tú, distraes. Yo me acostumbré enseguida a callar, a estar, a escuchar desde la más absoluta transparencia. Ahora he recuperado la voz y afortunadamente puedo volver a lo que he hecho siempre. La parte mala es que tengo que volver a hablar otra vez y eso no me gusta nada. Estaba más contento callado.
¿Cuántas mentiras han dicho sobre usted en este tiempo?
Todas las que les ha dado tiempo. Porque además, como no podía contestar, como no podía rebatir, se han ensañado. Inventar sobre alguien sin conocimiento de causa y sin conocerle es muy fácil. Está chupado.
¿Hay algo que le haya dolido especialmente?
No, no. Yo siempre traslado el veneno al animal que lo ha soltado. Allá él o ella. No entro en esas polémicas. Porque además hoy dicen algo sobre ti y mañana estalla un conflicto entre Irán y Estados Unidos y todo se borra. Una cosa borra a otra. Hay que aliarse con el tiempo y dejar que todo ruede y pase. Todo se olvida, todo se transforma, todo desaparece.
De usted se ha dicho de todo: prepotente, chulo, controvertido, loco, soberbio… ¿Se reconoce en algo?
Soy un buen chico.

Y Miguel -o quizás es Bosé- sonríe como un crío justo antes de empezar a torcer el gesto y retorcerse en la silla.

«Soy libre, hago y deshago, no me doblego, no me adapto, tengo mis apuestas, mis valores, mis coherencias, mis principios. Y eso es firme»

¿No tiene la sensación de que ha cambiado la percepción sobre usted en los últimos tiempos?
No sé qué percepción tienen los demás sobre mí y nunca la he sabido. Ha habido tantas y me han preocupado tan poco… Si hay una cosa en esta vida que no me importa nada es el qué dirán. Soy un personaje libre, nada correcto políticamente. Tengo una sola vida y una sola carrera y en esa vida mando yo. Hago y deshago, digo y desdigo lo que yo quiera. Yo no puedo cambiar mi vida para complacer a nadie. No me doblego, no me adapto. Tengo mis apuestas, mis coherencias, mis valores, mis principios. Y eso es firme.
¿Le preocupa haber decepcionado a sus fans durante la pandemia?
Ehhh, ehhh, ehhh. Vamos a ver, vamos a ver… Estoy seguro al 100% de que en aquellos momentos tan controvertidos, mis fans, a quienes les gusta mi música y les gusto yo, pensaban igual que yo y jamás me abandonaron. Hoy son los que vuelven y van a estar en los conciertos. El que no fue a un concierto mío ayer no va a venir hoy. Por mucho que le diga las cosas que le gustaría escuchar. Mis fans aman mi música. Algunos creyeron que iban a poder deshacer un personaje, deshacer una carrera, deshaceeeer no sé qué… Deshaceeeeeeer.
¿Se ha sentido maltratado?
¿Yoooooooo? Pero si no hago caso. ¿Cómo puedo sentirme maltratado si cuando lanzan la bofetada no estoy ahí para recibirla? ¿Cómo voy a sentirme maltratado si no leo, no les leo, no les escucho, no hago caso, no me interesa? Tengo cosas más importantes que hacer. Tengo una familia, amigos, una vida riquísima, unos hobbies estupendos, una carrera maravillosa. Soy un privilegiado.
Pero…
A ver, si insistes… Dime una cosa: ¿qué quieres que te conteste? Insistes, insistes, insistes…
Miguel, por favor, no te enfades.
No me enfado, pero es que es obvio que quieres que yo te diga algo que tú quieres oír. Dime lo que quieres y te lo digo.
Quiero saber si le molesta que haya cambiado su imagen pública, que Miguel Bosé se haya convertido en una caricatura en los últimos tiempos.
Pero es que yo no he estado ahí para verlo.
Pero es consciente de que ha ocurrido.
¿Qué quieres que te diga? Estás dándole vueltas y vueltas y vueltas para que te diga: «Oh, sí, he sufrido mucho… Oh, sí, me arrepiento mucho… Oh, sí, me ha dolido mucho… Oh, sí, pudieron conmigo… Oh, sí…». Noooooo, chico, no.
¿Se arrepiente de algo? ¿Se equivocó en algo?
No.
El otro día dijo desde México que España está imposible.
Yo estoy aquí para hablar de la gira.
Pero la gira es en España. Y querría saber cómo es su relación ahora con España.
Cuando yo hablo de España la gente cree que España son los españoles. Y no. España es mucho más y son muchas cosas. Los españoles son gente de puta madre, fantástica, maravillosa. Yo soy español, es mi patria. Es mi sangre, la mitad de lo que soy. Punto. Y jamás en la vida podré decir nada en contra de este país, su cultura, su identidad y sus ciudadanos. ¿Te basta con eso?
¿Qué es lo que no le gusta de España?
Que esté tan lejos. Ahora que estoy en México, me gustaría tenerla donde está el Caribe, al ladito.
¿Volverá a vivir aquí?
Por supuesto. Volveré en un futuro seguro. Es mi país y lo que digan los demás siempre es tergiversado. Sabemos lo capaces que sois de manipular las noticias y las cosas que se os dicen. Yo nunca en la vida he dicho nada malo contra este país, porque soy parte de su historia.
¿Puedo hacerle una última pregunta? Si volviera a nacer, ¿querría ser Miguel Bosé otra vez?
Sí, claro, porque ya me sé la vida de memoria y sería todo más fácil.

Se acabó. Bosé se levanta, vuelve a reír, reprocha y vacila al periodista. Y uno ya no sabe si le va a abrazar o a devorar. Luego se relaja filosofando con el fotógrafo sobre las cámaras analógicas y habla de su colección de vinilos rusos. Se maquilla ligeramente antes de posar en otra habitación del mismo hotel. Está más delgado que en sus últimas apariciones públicas. Viste una camisa de flores con tonos morados a juego con los calcetines. Es obscenamente guapo y se mueve como un perfecto modelo pese a que dice que ya no tiene ninguna capacidad actoral.

-¿Almodóvar no le ha vuelto a llamar?- colamos aprovechando la sesión de fotos.

-No, yo creo que le asusté.

-Normal…

Cuando acaba la sesión de fotos, ya no queda ni rastro de la tensión de antes, así que suplicamos dos o tres preguntas extra. «Diez minutos y nada más», acepta Miguel Bosé sentado en un sillón en uno de los pasillos del hotel.

«Ya no soy de izquierdas, pero tampoco soy de derechas. Los partidos ya no son templos ideológicos. Yo creo más en el Real Madrid»

Antes ha dicho que usted no se siente actor. ¿Se siente solo cantante?
Me siento creativo. Te decía antes que el único patrimonio que tengo es el patrimonio de las ideas. Escribir, pintar, fabricar. Ya verás la producción del espectáculo. Todo eso soy capaz de crearlo yo. Soy un creativo, pero actor no.
En la canción que ha dicho antes que mejor le define cuenta: «El hijo del Capitán Trueno tenía fama y mucha pinta de raro, y a todo el mundo le hizo ver que eso no era malo». ¿Se ha sentido un bicho raro?
Cuando iba al colegio siempre decían: «Este niño es muy raro». Yo nunca he querido ir contracorriente, pero siempre he tenido una personalidad muy especial.
Su hermana Paola dice que usted tiene piel de torero, que tiene facilidad para sanar sus heridas. ¿Le queda alguna por cicatrizar?
No. Las cicatrizo todas de inmediato y muchas de ellas se cicatrizan porque las olvido. El pasado nunca me ha pesado. Es mi ADN, que suelta todos los lastres. Mi bagaje de cada día es muy pequeño porque lo hecho, hecho está. Lo pasado, pasado está. El pasado ocupa mucho lugar y pesa demasiado.
¿Es usted rencoroso? Porque en su documental dice sobre la pandemia: «El día que procese todo lo que pasó saldré a la calle a matar».
Noooo, eso no es rencor. Será realidad. Voy a matar.
¿A quién?
No lo sé, pero sacaré el estoque.
Me quedo más tranquilo.
Nooooo. No es cierto, es sólo una expresión. No tengo tiempo para eso. Créeme, las cosas cuando pasan están pasadas. Cuando las revives te dan mucha rabia, pero no voy a gastar energías ni tiempo. Hay quien me dice que la gente debería pedirme perdón ahora que se sabe lo que yo ya sabía. Ahora se sabe que todo se estaba gestando en los papeles de Bilderberg o los informes de Davos. Ahora que las farmacéuticas han confesado y que los Estados y las inconstitucionalidades han reventado por todos los lados y las demandas estallan por doquier y se van a volver cada vez más violentas, ¿alguien va a pedirme perdón? Yo digo que no. ¿Para qué? Que se perdonen ellos porque no podemos seguir retorciendo algo que ya se ha desatado, ya se ha deshecho, ya pasó de verdad.
¿Cómo ve el mundo hoy?
Muy complicado. El mundo entero está en guerra. Y cuando no es una guerra armada es una guerra económica o una guerra diplomática. Esto tiene que acabar y acabará cuando haya un cambio absoluto y total de sistema, porque lleva décadas, por no decir siglos, sin funcionar.
¿Qué tendría que pasar para que funcione?
Yo no tengo la respuesta, querido. Si la tuviera, me metería en política. Pero sí sé, intuyo, percibo y me resuena que algo va a pasar. La gente está mucho más despierta y la desobediencia es un derecho humano universal.
¿Se sigue considerando de izquierdas?
No, yo no soy de izquierdas desde hace mucho tiempo. Pero porque no soy del sistema.
¿Tampoco es de derechas?
Tampoco soy de derechas. No creo en los partidos. Los partidos son empresas, ya no son templos ideológicos. Yo creo más en el Real Madrid.
¿Es madridista?
Claro.
Vaya… Jajaja. Te fastidias.
Ah, ¿que tú eres del Barça? ¡Ves qué malo eres! Mira si eres rencoroso. A ver si este año ganáis algo de una vez. Jajaja. Ciao.

Y Miguel Bosé, ahora sí, da por acabada la entrevista.

Admitamos ahora que quizás la expresión no fue «te fastidias». Que quizás, esta vez, Bosé sí tenía razón.

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