Sé lo que hicisteis el último verano: perdidos en la nostalgia (**)

<p>El regreso a fecha de hoy a la mediocre película que arrasó en los 90 y que fue capaz de generar más secuelas que vergüenza admitiría un subtítulo. Al <i>Sé que hicisteis el último verano </i>se le podría añadir «Pero ya no me acuerdo». O «Pero, en realidad, no le importa a nadie». O, «Pero da lo mismo». O, «Pero todavía no sé lo que haréis el próximo»… [Este párrafo fue cortado en la edición porque las alternativas llenaban cinco folios]. En realidad, no sería justo decir que la propuesta de <strong>Jennifer Kaytin Robinson</strong> es mala, o peor que la original. <strong>Lo que sí es, es simplemente insustancial.</strong> Entretenida a ratos; por momentos hasta simpática, y con los suficientes guiños a la fanbase para que un terapeuta experto pueda diagnosticar un problema en el párpado. No son guiños, es más bien un tic. Hay tantos codazos al público familiarizado con la materia que, si se está al tanto de la saga, es recomendable acudir al cine con una protección para las costillas (sobre todo, las flotantes, que son las más delicadas). </p>

Seguir leyendo

 La directora Jennifer Kaytin Robinson compone una suerte de remake consciente de sí mismo y transformado en una inocente película de misterio tan perfectamente olvidable que hasta produce ternura  

El regreso a fecha de hoy a la mediocre película que arrasó en los 90 y que fue capaz de generar más secuelas que vergüenza admitiría un subtítulo. Al Sé que hicisteis el último verano se le podría añadir «Pero ya no me acuerdo». O «Pero, en realidad, no le importa a nadie». O, «Pero da lo mismo». O, «Pero todavía no sé lo que haréis el próximo»… [Este párrafo fue cortado en la edición porque las alternativas llenaban cinco folios]. En realidad, no sería justo decir que la propuesta de Jennifer Kaytin Robinson es mala, o peor que la original. Lo que sí es, es simplemente insustancial. Entretenida a ratos; por momentos hasta simpática, y con los suficientes guiños a la fanbase para que un terapeuta experto pueda diagnosticar un problema en el párpado. No son guiños, es más bien un tic. Hay tantos codazos al público familiarizado con la materia que, si se está al tanto de la saga, es recomendable acudir al cine con una protección para las costillas (sobre todo, las flotantes, que son las más delicadas).

Si echamos la vista atrás (que es la invitación que cursa de la propia película) es necesario recordar que la llegada de Scream. Vigila quién llama a las pantallas en 1996 significó algo así como un punto de no retorno en el género del nuevo terror que desde películas seminales como La última casa a la izquierda en adelante lo revolucionó todo. El mismo Wes Craven que chapoteaba en la fiebre descontrolada y anónima de las peores y más sangrientas pesadillas (eso era La última casa…) sometía a un giro irónico y muy autoconsciente a buena parte de su creación de la mano del brillante guionista Kevin Williamson (eso hacía Scream). De por medio, todos felices con el alocado caos de La matanza de Texas, La noche de Halloween, Pesadilla en Elm Street… Cuando el propio Williamson ideó Sé lo que hicisteis el último verano en 1997 (es decir, justo después de Scream) prescindió de los elementos autoparódicos y se limitó, no queda claro por qué, a componer una película tipo de adolescentes, pero, eso sí, con los elementos formales del género que tan bien conocía. De repente, y probablemente contra cualquier pronóstico, todo lo denostada que fue por la crítica su nuevo hallazgo fue celebrada por las multitudes en las salas múltiplex. Acaba de nacer un fenómeno al que le siguieron un par de secuelas, una serie y dos huevos duros.

Lo que hace ahora Jennifer Kaytin Robinson es, de entrada, algo incomprensible. De nuevo, un grupo de jóvenes se ve involucrado en un accidente fatal. De nuevo, se unen en el secreto de no decir nada. Y de nuevo, el sentimiento de culpa que se les viene encima en forma de asesino con garfio dispuesto a reventarlos a todos. Hay una intuición que sí es digna de valorar y que gusta. Todo vuelve a ocurrir en el mismo lugar de antes que ahora se ha gentrificado hasta unos extremos desmedidos después de un proceloso trabajo de olvido del crimen nefando de los 90 por parte de las autoridades. Los protagonistas son los hijos de un privilegio desorbitado y deberán pagar por ello: por su inconsciencia de niños ricos y pijos. Por un momento, la película está a punto de ser política y, por un instante, se diría que quiere ser un bastante cínico (en el mejor sentido) alegato en contra de la amnesia de una sociedad completamente ajena al hecho de que su bienestar depende exclusivamente de la pobreza de los demás. Pero pasa rápido. Robinson no se atreve a tanto.

En su lugar, este Sé lo que hicisteis el último verano se limita a quitar grados a lo mejor del original para convertir la propuesta en un whodunit de libro tan acarameladamente inocente como un relato (y no el mejor) de Agatha Christie. De hecho, las escenas supuestamente cruentas ni siquiera lo son del todo. Eso sí, hay espacio para todas las viejas glorias (incluso alguna de las ya fallecidas) en la ritual celebración de un pasado de gloria inexistente. Y ahí que vuelven a aparecer Jennifer Love Hewitt, Freddie Prinze Jr. y Sarah Michelle Gellar (esta última en una escena onírica algo más que solo irreal). Es decir, estamos de vuelta al reino de la añoranza de nunca jamás. Otra vez el cine reciente se empeña en vendernos la melancolía como un elixir paralizante que cura cualquier amago de talento.

En verdad, decíamos, la película es muchas cosas, pero no aburrida. Convencional, cansina, innecesaria, pero entretener, entretiene. Lo extraño es que la excusa sea el epígono de una forma de entender el terror (y el cine) que se venera como si del santo grial se tratara y al que solo se recurre como un artefacto para perderse en la triste nostalgia de siempre. Sé lo que hicisteis el último verano… Y no hace falta que lo vuelvas a hacer.

Dirección: Jennifer Kaytin Robinson. Intérpretes: Madelyn Cline, Chase Sui Wonders, Jonah Hauer-King, Tyriq Withers. Duración: 111 minutos. Nacionalidad: Estados Unidos.

 Cultura

Te puede interesar