En Bodrum la costa turca se vuelve turquesa. El Egeo es el protagonista absoluto de este enclave, con unas aguas tan claras que permiten otear el fondo marino a varios metros de profundidad con cada brazada. Por la mañana, su superficie se convierte en un perfecto espejo líquido que invita a hacerlo trizas saltando desde el embarcadero. En esta costa también hay playas, pero la forma más local de disfrutarlas es desde las rocas, los embarcaderos y los atractivos beach clubs de madera de hoteles y restaurantes que te permiten zambullirte y regresar a la tumbona sin un grano de arena entre los dedos.
Entre aguas cristalinas, ruinas licias y fiestas, este destino se reinventa cada verano. Al icónico hotel Maçakızı se han sumado, por ejemplo, los ‘beachs clubs’ de Louis Vuitton y Soho House. Este es un destino que no se visita, se vive
En Bodrum la costa turca se vuelve turquesa. El Egeo es el protagonista absoluto de este enclave, con unas aguas tan claras que permiten otear el fondo marino a varios metros de profundidad con cada brazada. Por la mañana, su superficie se convierte en un perfecto espejo líquido que invita a hacerlo trizas saltando desde el embarcadero. En esta costa también hay playas, pero la forma más local de disfrutarlas es desde las rocas, los embarcaderos y los atractivos beach clubs de madera de hoteles y restaurantes que te permiten zambullirte y regresar a la tumbona sin un grano de arena entre los dedos.
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