Alex Garland: «El cine posee una habilidad malsana de convertir todo en sexi, incluso la guerra»

<p>»Me cuesta responder a esa pregunta. Es más, imagino que se puede preguntar lo mismo sobre cualquier otra película. ¿Por qué precisamente de ésta? Me pregunta cuál es la motivación de mi película, cuál su sentido. No lo sé, la verdad. La gente va al cine a reír, a llorar, a inspirarse, a emocionarse… Esta película es solo una experiencia más. Es un momento de mi vida y quiero compartirlo con todos. Puedes catalogarla políticamente o no, pero lo ineludible es que es una descripción precisa de lo que es la guerra. Nada más».</p>

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 El director firma junto al ex soldado Ray Mendoza Warfare. Tiempo de guerra, una reconstrucción exageradamente fiel de un combate en la guerra de Irak  

«Me cuesta responder a esa pregunta. Es más, imagino que se puede preguntar lo mismo sobre cualquier otra película. ¿Por qué precisamente de ésta? Me pregunta cuál es la motivación de mi película, cuál su sentido. No lo sé, la verdad. La gente va al cine a reír, a llorar, a inspirarse, a emocionarse… Esta película es solo una experiencia más. Es un momento de mi vida y quiero compartirlo con todos. Puedes catalogarla políticamente o no, pero lo ineludible es que es una descripción precisa de lo que es la guerra. Nada más».

Ray Mendoza, ex soldado que firma junto a Alex Garland como director Warfare. Tiempo de guerra, habla de su película que también es su vida, o parte de ella, y se diría que la propia película continúa en cada una de sus repuestas o que, de otro modo, la conversación que ahora mismo mantiene con la prensa sobre el objeto y sentido de su película bien podría formar parte (junto a la parafernalia de agentes de prensa, dosieres y fotos promocionales) de la película de marras. ¿Por qué detenerse en la narración de la batalla y no continuar el relato mucho más allá hasta ahora mismo? De algún modo, una película de guerra al lado de todas las discusiones sobre ella es un artefacto complicado de catalogar y ordenar que nunca queda claro del todo cuánto tiene de glorificación, cuánto de denuncia, cuánto de ejercicio de narcisismo o cuánto de legitima recusación de todo aquello que nos hace peores.

Para situarnos, Warfare narra un instante preciso de la pasada guerra de Irak. Otra vez, cabría añadir. La diferencia es que ahora la voz siempre crítica y siempre provocadora de Garland, director de alucinadas profecías como Civil War, se hace cargo de los mandos. O de parte de ellos. La idea, en verdad, no es contar nada concreto, sino todo de forma genérica. Se trata de una simple (si es que este adjetivo fuera posible) batalla entre soldados estadounidenses perfectamente equipados con los equipos más sofisticados para matar y lo que el cansancio ha dado en llamar tropas insurgentes (quién se levanta contra quién). Toda la película se decide en su vocación de reproducir al detalle, y de forma carnal, incluso, la sensación de guerra, de combate, de cuerpos fracturados. Y de sangre. Y de sufrimiento. Y de miedo. Y de compañerismo. En efecto, «¡Esto es la guerra!», que diría Marx, Groucho.

«Entiendo», toma ahora la palabra Garland, «que la película produzca sensaciones encontradas. Pero eso no puede evitar que se cuenten las cosas. Es preciso representar el mundo como es, sin simplificaciones. A veces, las cosas son irremediablemente complicadas y eso no debe impedirnos hablar de ellas. Se trata de mostrar simplemente lo que ocurrió». Pausa. «¿Y cómo conseguimos una representación precisa sin caer en el sensacionalismo? Soy consciente de que el cine posee una habilidad sobrenatural y malsana de convertir todo lo que toca en sexi. Un atraco a un banco puede ser lo más excitante del mundo para alguien que lo ve desde fuera, pero para un rehén es solo aterrador. Éramos conscientes de eso y, por ello, ha sido básico el concurso no solo de Ray sino de todos los veteranos que estuvieron en la batalla y que nos acompañaron en rodaje. Los actores eran responsables de su verdad como intérpretes y de la verdad de las personas reales que vivieron lo que ellos representaban. Si algo me ha guiado para hacer esta película es el sentido de responsabilidad», explica el director en lo que bien podría ser el perfecto argumentario de su defensa.

«EEUU siempre ha estado en guerra, pero sale la noticia del lío de Johnny Depp y su novia y nos olvidamos de todo»

Cuenta Ray que quizá («No soy terapeuta y no lo puedo afirmar con rotundidad», dice) eligió el ejército para escapar de la realidad de la cuidad de Los Ángeles en la que nació y que tanto se parecía a un campo de batalla. «Crecí en un barrio lleno de pandillas donde la muerte estaba a la orden del día. Podría dar una larga lista de familiares, tíos, sobrinos o primos que han sido atacados, disparados o asesinados en prisión… El ejército te enseña a manejar y administrar toda esa violencia. Lo que encontré al alistarme fue un cierto sentido de familia. Buscaba formar parte de algo y en el ejército aprendes el sentido de términos como sacrificio. No se trata de disparar armas de fuego, matar gente y todo eso, se trata de que sabes que siempre habrá alguien dispuesto a acudir si lo necesitas».

P. ¿Siente que la sociedad les ha olvidado o ya no se acuerda para nada de lo que sucedió en Irak? De otro modo, ¿ha llegado el momento de pedir responsabilidades a los gobiernos, incluido el español, que mintieron con las armas de destrucción masiva?

R. [Garland] Lo que creo es que vivimos en un tiempo de completa amnesia. Todos sabemos ya lo que sucedió en Irak. No creo que haga falta insistir. Para mí el problema es más general. Lo que sucedió allí no es muy diferente de lo que ha ocurrido en tantos otros sitios. Basta levantar la cabeza y ver lo que está pasando en Gaza, Ucrania y otras guerras que ni siquiera salen en las noticias. Olvidamos todo y cada vez de forma más evidente pese a contar con la información. Vivimos una crisis mundial de liderazgo y no se puede desvincular a la gente de la responsabilidad de lo que votan.

P. ¿Es ahora el momento mucho peor que en otros momentos de la historia reciente?

R. [Mendoza] Estados Unidos en verdad siempre ha estado en guerra. Estamos en guerra. Para ustedes los europeos es diferente porque, de repente, tienen la guerra ahí al lado y se sienten amenazados. Pero, en verdad, la guerra nunca se ha detenido. Eso sí, de repente, sale la noticia del lío de Johnny Depp y su novia y nos olvidamos de todo.

R. [Garland] Yo sí creo que el momento que vivimos es francamente peligroso. Nunca en las últimas décadas habíamos estado como ahora. Tengo 55 años y el mundo vive una situación que no conocía desde 25 años antes de que yo naciera, desde la Segunda Guerra Mundial.

Warfare, como es norma en el cine de Garland, es una película de hombres, hombres que se agreden, hombres que se protegen y hombres que hacen, dicen y se comportan como los hombres se supone que se comportan delante de hombres. Tiempo atrás, en Men (2022), la masculinidad en la más tóxica de sus expresiones se convirtió en el argumento de su reflexión. ¿No será todo un problema de una profunda y ya milenaria intoxicación de testosterona? «Vaya por delante que el argumento de esta película no va de la masculinidad ni nada de eso. Pero sí creo que hay un problema común a todo de lo que hablamos: la amnesia que mencionábamos antes. Hace nada vivíamos un momento como el Me Too que parecía un movimiento del que ya no habría vuelta atrás y, de repente, asistimos a todos estos discursos reaccionarios. Pero no solo eso, lo más grave tampoco conseguimos cambiarlo. Sigue habiendo maridos que golpean a sus mujeres hasta matarlas. No hace tanto mi hija de 11 años me contaba cómo se le acercaban los hombres en el metro… Insisto, la amnesia es ahora mismo el problema más grave a mi modo de ver».

Ray dice reconocerse en el actor D’Pharaoh Woon-A-Tai, que le da vida. Ve en él lo que vivió tiempo atrás. «No puedo decir que me alegre. Esa no es la sensación, pero sí me alegra que se cuenten las cosas como fueron… Quizá sirva para que no vuelvan a pasar».

Y aquí, por fin, el propósito de todo esto.

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